Cadena de favores
Cadena de favores | |||||||||||||||||||||||||
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La primera vez que vi esta película (tengo que decirlo, aunque me avergüence) lloré. Claro, como lloran los hombres, ya saben, fingí la vista cansada y todo eso...
Y también debo decirlo: mi llanto ocurrió al final, cuando se abre la toma y se muestra la multitud llorando a Trevor y una interminable hilera de vehículos que seguramente acuden al funeral del pequeño idealista.
Lo curioso es que nunca supe por qué provocaba esa reacción precisamente esa escena. Nunca hasta hoy.
Pasaba un domingo como cualquier otro: con la familia, los chiquillos, los juegos de grandes y chicos, los mitotes.
Al final, cuando ya todos se habían ido, a repasar la ristra de aburrimiento a través de los canales y la encontré. Como nunca me aburre, detuve el impulso táctil (tal cual tic) sobre el control y me puse a verla... casi en el final. Quizá es la frialdad del momento, esto es, no estaba sensibilizado por la trama completa, el hecho es que cuando llegamos a la escena de la verguenza, descubro la razón del llanto: es que es absolutamente imposible esperar una reacción de tal magnitud en la humanidad. Así de simple.
Podemos responder rápidamente (hablando en tanto masa) a los llamados a la violencia (no digamos que no, eso lo vemos diariamente), a la locura (¿que otra cosa son las respuestas fanáticas a resultados adversos de los objetos de nuestro fanatismo?) .
La correspondencia del bien con el bien, como lo predica la película, queda en ese terreno: el idealismo, la fantasía, el argumento sensibilero de cualquier película de filosofía barata.
lo único cierto es el discurso de Trevor: somos una mierda por cobardes y todos terminamos perdiendo.
Ese, lo he descubierto al fin, es el motivo oculto de mi contenido llanto.
y sin embargo....
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